6 jun 2011

Manual de Carreño de la Misa II



En respuesta a las sugerencias de los dos lectores asiduos a esta columna, presento las secciones de la Misa con algunos pequeños comentarios.
Bueno antes de comenzar hay que aclarar que el ciclo litúrgico (o calendario litúrgico es la forma como la iglesia católica distribuye los acontecimientos de la acción de Dios en el mundo durante el año civil) marca algunas variaciones en el ritual de la misa, por lo que en esta ocasión me referiré al ciclo ordinario.
Las secciones son las siguientes:
I. Ritos iniciales (debemos estar de pie, y sólo para ancianos o enfermos les es permitido no pararse)
a. Antífona de entrada. (es importante recordar que debemos contestar al sacerdote, aprender bien las respuestas y estar atentos –orad y vigilad-)
b. Acto penitencial.
c. Señor ten piedad.
d. Gloria
e. Oración colecta.
II. Liturgia de la palabra (aquí podemos sentarnos, excepto en el Evangelio, que se escucha de pie. También es importante estar atentos, no distraer a los demás y ¡no dormirse! Es preferible que demos una lectura preliminar en nuestro misal y no llegar “en blanco” a la misa, esto también porque a veces los micrófonos no funcionan muy bien o los lectores no se les entiende claramente).
a. Primera lectura.
b. Salmo (hay que responderlo)
c. Segunda Lectura.
d. Aclamación antes del Evangelio (aquí hay que pararse).
e. Evangelio (de pie).
f. Homilía (escuchar atentamente y no dormirse también. Recordemos que lo importante de la Eucaristía es el encuentro con el Señor y no la calidad del sermón por lo que no nos distraigamos de lo fundamental criticando al sacerdote por sus ideas, su falta de elocuencia o su pobre oratoria).
g. Credo (aprendérselo bien de memoria para no seguirlo con balbuceos o murmullos).
h.Plegaria Universal (Oración de los fieles).
III. Liturgia de la Eucaristía
a. Ofrenda del pan y del vino (sentados. Ojo, debemos estar atentos y avocarnos a responder las oraciones del sacerdote y no sentirnos padres, porque luego muchas personas repiten todo lo que dice el sacerdote. Cada quien tiene su rol en la misa).
b. Oración de las ofrendas. (de pie)
c. Plegaria eucarística. (de pie)Primero es el Prefacio. Aquí debemos cuidar de no rezar a coro con el Sacerdote. Este prefacio es exclusivo del Sacerdote, es el que comienza: “En verdad es justo y necesario….”. Un vez terminado el prefacio sigue el Sanctus o Santo, aquí debemos orar todos en comunión y no dejar que sólo el coro o el sacerdote canten o reciten, debemos participar activamente en la oración. Recordemos que es una oración de aclamación de la gloria del Señor. Esta oración está compuesta por las palabras que oyó cantar el profeta Isaías a los Serafines y la otra parte viene de la aclamación del pueblo al Señor en su entrada triunfal a Jerusalén.
d. Consagración. (de rodillas)Esta parte es sumamente importante y solemne ya que estamos asistiendo al sagrado momento de la transubstanciación, esto es, que el pan de harina y el vino de vid se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Estamos actualizando el momento en que Jesús se entrega a sus apóstoles y les indica la fórmula para que esté con nosotros por siempre. Luego entonces, además de estar arrodillados, debemos guardar devoción y respeto. Sobra decir que no debemos platicar, estar distraídos en otras galaxias, sino acompañando al Sacerdote y en comunión con toda la Iglesia viviendo este momento tan importante. Solo los enfermos y los adultos mayores pueden estar exentos de arrodillarse. Si llevamos niños hay que cuidar que estén atentos y en silencio especialmente en este momento.
e. Rito de la comunión (de pie). Aquí se hace la oración del Padre Nuestro y el saludo de paz. No olvidemos que estamos en la celebración de la Eucaristía y no en una fiesta social para saludar a todo mundo, abrazarse efusivamente, desplazarse en un radio de 40 metros de nuestro lugar y saludar a todos como reina de la primavera. Recordemos que solo se saluda de manera simbólica a los que están a nuestro alcance. Y los novios por favor, no están en el antro, luego se dan unos saludos de paz que parece que no les incomodamos los demás.
f. Antífona de la comunión (puede ser de pie, sentados o de rodillas). Cuando el Sacerdote está haciendo la fracción del pan y reza el Cordero de Dios, no nos abalancemos en tropel hacia la fila. No estamos formados para comprar tortillas, démosle a cada cosa su tiempo. No vamos a adelantar en santidad si les ganamos a otros en la fila. No estamos en la super barata nocturna de Liverpool, para andarles ganando a todos las ofertas y las filas. Al menos aquí despojémonos de la esclavitud de la prisa y la urgencia. Hay que caminar despacio, la devoción aquí comienza, es un tiempo de diálogo con el Señor, desde que estamos haciendo la fila. Aprovechemos esos minutos con Él. Y después de la comunión, no distraigamos a los demás ni a nosotros mismos.
IV. Rito de la Conclusión
Es la parte final y despedida. Aquí cabe anotar que hay que esperar que el Sacerdote se baje del altar, se incline ante él y se dirija a la sacristía. En ocasiones mostramos nuestra “excelente educación” cuando el padre acaba de dar la bendición muchas personas se van, se saludan, hablan en voz alta, etc. También debemos recordar que el final de la misa es el envío, esto es, cumplir lo que ahí se ha vivido y llevar al Señor a nuestras realidades temporales. El final clásico en latín dice Ite Missa Est, que literalmente significa: “Vayan en misión evangelizadora”. De ahí proviene el nombre de “Misa”, así que vivamos plenamente al salir del templo, lo que hemos celebrado.
Esta nota es sólo un breve acercamiento y no pretende ser exhaustiva, sino una invitación para que indaguemos más en otras fuentes.
La misa explicada (1999) de Elmer H. Garcíade Ediciones Populares o en Internet en el portal de ACI prensa: http://www.aciprensa.com/catequesis/misa1.htm
Espero que sea de utilidad.
El ciego de nacimiento.

Contra el mal

En días pasados, platicando con un amigo me comentaba:

- ¡Yo soy catoliquísimo! Creo en Dios, en Jesús y en la Virgen. La Iglesia….ésa no me tiene tan contento, pero voy cada vez que “me nace”, así, ¡sí vale!... (¿?)
- …te voy a recomendar a mi brujo particular, ése sí es atinado. Ya ves con lo de la enfermedad de mi esposa, él fue el que nos sacó del apuro… (¿?)
-… estoy preparándome para mi próxima vida porque ya sabes que reencarnamos, ¿no?… (¿?)
- …mi oficina está a la moda, ya la acomodé de acuerdo al Feng Shui. Además tengo la imagen del Dragón de la abundancia, que es el que se encarga de…. (¿?)
- …y no me pueden decir que estoy mal porque ya me “contactaron” con mi ángel de la guarda y me dijo… (¿?)
- … ¿qué te pasa?, ¡claro que estoy estudiando! ¿no te comenté que ya estoy por terminar el curso de los mensajes “ocultos” de la Biblia?… (¿?)
-… ¡por favor!, si está pre-destinado que todos nos vamos a salvar… (¿?)

¿Te sonó algo de lo expuesto? Sí, desafortunadamente no es el único, muchos de los que nos decimos católicos tenemos una serie de creencias y prácticas total y absolutamente contrarias entre sí, pero sobre todo ajenas a los fundamentos de nuestra fe.

Hacemos estos revoltijos de creencias en función de un mal entendido sincretismo y porque están de moda, por curiosidad, porque no queremos que nos digan que somos “mochos”, anticuados, cerrados, porque es lo que vemos y vivimos en el día a día, ¿por qué nunca las hemos analizado a fondo?, ¿qué tiene? son “cool”.

Y las adoptamos así, fácil y sencillo adaptándolas a nuestra forma de vida sin entender el riesgo que corremos de perder lo más por lo menos, bueno, hasta las promocionamos:
- Mejor vete a hacer una limpia, yo te acompaño.

Y pensamos que no es serio, que no pasa nada, que no perdemos nada, que hay que “probar”; pero la verdad de fondo es que lo hacemos porque no estamos “preparados” para enfrentar los ataques que constantemente se hacen a nuestra persona, a nuestra conciencia, a nuestra alma y a nuestra religión. Es muy difícil defender nuestra fe desde la preparación básica de Primera Comunión.

Y así, desarmados, aceptamos cualquier cosa y nos volvemos cada día más permisivos, más tolerantes, laxos, prisioneros del mundo, cada vez más confundidos, tristes, pero sobre todo cada vez más alejados de la VERDAD y del AMOR.

¿Qué hacer?

Nuestra religión es por demás rica en conocimiento y guía. Ahí encontramos TODO lo que necesitamos para esta vida y para la eterna. Contamos con la sabiduría y la Revelación cuyas fuentes son: la Biblia, la Tradición y el Magisterio, la iglesia, que como madre y receptáculo de este conocimiento lo estudia, lo reflexiona, lo profundiza y nos lo ofrece de manera fácil, segura y accesible: lo único que tenemos que hacer es acercarnos, preguntar, buscar, ocuparnos de nuestra formación de conciencia, ahí, en donde nos corresponde como bautizados.

Cada uno tiene plena libertad de escoger aquello que le plazca, aprendamos pues a escoger lo que nos conviene, como cita San Pablo: “Todo me está permitido, pero no todo me es conveniente.” (1 Co 6, 12); pero sobre todo, si nos decimos católicos, es indispensable que conozcamos los fundamentos de nuestra fe.

A los interesados me atrevo a sugerirles:

1.- Sitios web:



2.- Leer el evangelio meditado todos los días