- ¡Yo soy catoliquísimo! Creo en Dios, en Jesús y en la Virgen. La Iglesia….ésa no me tiene tan contento, pero voy cada vez que “me nace”, así, ¡sí vale!... (¿?)
- …te voy a recomendar a mi brujo particular, ése sí es atinado. Ya ves con lo de la enfermedad de mi esposa, él fue el que nos sacó del apuro… (¿?)
-… estoy preparándome para mi próxima vida porque ya sabes que reencarnamos, ¿no?… (¿?)
- …mi oficina está a la moda, ya la acomodé de acuerdo al Feng Shui. Además tengo la imagen del Dragón de la abundancia, que es el que se encarga de…. (¿?)
- …y no me pueden decir que estoy mal porque ya me “contactaron” con mi ángel de la guarda y me dijo… (¿?)
- … ¿qué te pasa?, ¡claro que estoy estudiando! ¿no te comenté que ya estoy por terminar el curso de los mensajes “ocultos” de la Biblia?… (¿?)
-… ¡por favor!, si está pre-destinado que todos nos vamos a salvar… (¿?)
¿Te sonó algo de lo expuesto? Sí, desafortunadamente no es el único, muchos de los que nos decimos católicos tenemos una serie de creencias y prácticas total y absolutamente contrarias entre sí, pero sobre todo ajenas a los fundamentos de nuestra fe.
Hacemos estos revoltijos de creencias en función de un mal entendido sincretismo y porque están de moda, por curiosidad, porque no queremos que nos digan que somos “mochos”, anticuados, cerrados, porque es lo que vemos y vivimos en el día a día, ¿por qué nunca las hemos analizado a fondo?, ¿qué tiene? son “cool”.
Y las adoptamos así, fácil y sencillo adaptándolas a nuestra forma de vida sin entender el riesgo que corremos de perder lo más por lo menos, bueno, hasta las promocionamos:
- Mejor vete a hacer una limpia, yo te acompaño.
Y pensamos que no es serio, que no pasa nada, que no perdemos nada, que hay que “probar”; pero la verdad de fondo es que lo hacemos porque no estamos “preparados” para enfrentar los ataques que constantemente se hacen a nuestra persona, a nuestra conciencia, a nuestra alma y a nuestra religión. Es muy difícil defender nuestra fe desde la preparación básica de Primera Comunión.
Y así, desarmados, aceptamos cualquier cosa y nos volvemos cada día más permisivos, más tolerantes, laxos, prisioneros del mundo, cada vez más confundidos, tristes, pero sobre todo cada vez más alejados de la VERDAD y del AMOR.
¿Qué hacer?
Nuestra religión es por demás rica en conocimiento y guía. Ahí encontramos TODO lo que necesitamos para esta vida y para la eterna. Contamos con la sabiduría y la Revelación cuyas fuentes son: la Biblia, la Tradición y el Magisterio, la iglesia, que como madre y receptáculo de este conocimiento lo estudia, lo reflexiona, lo profundiza y nos lo ofrece de manera fácil, segura y accesible: lo único que tenemos que hacer es acercarnos, preguntar, buscar, ocuparnos de nuestra formación de conciencia, ahí, en donde nos corresponde como bautizados.
Cada uno tiene plena libertad de escoger aquello que le plazca, aprendamos pues a escoger lo que nos conviene, como cita San Pablo: “Todo me está permitido, pero no todo me es conveniente.” (1 Co 6, 12); pero sobre todo, si nos decimos católicos, es indispensable que conozcamos los fundamentos de nuestra fe.
A los interesados me atrevo a sugerirles:
1.- Sitios web:
- …te voy a recomendar a mi brujo particular, ése sí es atinado. Ya ves con lo de la enfermedad de mi esposa, él fue el que nos sacó del apuro… (¿?)
-… estoy preparándome para mi próxima vida porque ya sabes que reencarnamos, ¿no?… (¿?)
- …mi oficina está a la moda, ya la acomodé de acuerdo al Feng Shui. Además tengo la imagen del Dragón de la abundancia, que es el que se encarga de…. (¿?)
- …y no me pueden decir que estoy mal porque ya me “contactaron” con mi ángel de la guarda y me dijo… (¿?)
- … ¿qué te pasa?, ¡claro que estoy estudiando! ¿no te comenté que ya estoy por terminar el curso de los mensajes “ocultos” de la Biblia?… (¿?)
-… ¡por favor!, si está pre-destinado que todos nos vamos a salvar… (¿?)
¿Te sonó algo de lo expuesto? Sí, desafortunadamente no es el único, muchos de los que nos decimos católicos tenemos una serie de creencias y prácticas total y absolutamente contrarias entre sí, pero sobre todo ajenas a los fundamentos de nuestra fe.
Hacemos estos revoltijos de creencias en función de un mal entendido sincretismo y porque están de moda, por curiosidad, porque no queremos que nos digan que somos “mochos”, anticuados, cerrados, porque es lo que vemos y vivimos en el día a día, ¿por qué nunca las hemos analizado a fondo?, ¿qué tiene? son “cool”.
Y las adoptamos así, fácil y sencillo adaptándolas a nuestra forma de vida sin entender el riesgo que corremos de perder lo más por lo menos, bueno, hasta las promocionamos:
- Mejor vete a hacer una limpia, yo te acompaño.
Y pensamos que no es serio, que no pasa nada, que no perdemos nada, que hay que “probar”; pero la verdad de fondo es que lo hacemos porque no estamos “preparados” para enfrentar los ataques que constantemente se hacen a nuestra persona, a nuestra conciencia, a nuestra alma y a nuestra religión. Es muy difícil defender nuestra fe desde la preparación básica de Primera Comunión.
Y así, desarmados, aceptamos cualquier cosa y nos volvemos cada día más permisivos, más tolerantes, laxos, prisioneros del mundo, cada vez más confundidos, tristes, pero sobre todo cada vez más alejados de la VERDAD y del AMOR.
¿Qué hacer?
Nuestra religión es por demás rica en conocimiento y guía. Ahí encontramos TODO lo que necesitamos para esta vida y para la eterna. Contamos con la sabiduría y la Revelación cuyas fuentes son: la Biblia, la Tradición y el Magisterio, la iglesia, que como madre y receptáculo de este conocimiento lo estudia, lo reflexiona, lo profundiza y nos lo ofrece de manera fácil, segura y accesible: lo único que tenemos que hacer es acercarnos, preguntar, buscar, ocuparnos de nuestra formación de conciencia, ahí, en donde nos corresponde como bautizados.
Cada uno tiene plena libertad de escoger aquello que le plazca, aprendamos pues a escoger lo que nos conviene, como cita San Pablo: “Todo me está permitido, pero no todo me es conveniente.” (1 Co 6, 12); pero sobre todo, si nos decimos católicos, es indispensable que conozcamos los fundamentos de nuestra fe.
A los interesados me atrevo a sugerirles:
1.- Sitios web:
2.- Leer el evangelio meditado todos los días
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