4 jun 2012

LA MIRADA DE LA VIRGEN


Meditación ante un cuadro de Leonardo da Vinci

Para Aitana, que me enseñó a
encontrar a Dios en el arte

Recientemente se presentó en el museo de Louvre el cuadro restaurado de "Santa Anna y la Virgen" de Leonardo da Vinci, que es nada menos que su última pintura. De hecho, aunque en detalles mínimos, es una obra inacabada, pues le sorprendió la muerte antes de terminarla.

Mas allá de su perfección artística, el cuadro es fruto de una muy larga reflexión religiosa de Leonardo, y eso es lo que interesa destacar en esta breve meditación.

En primer término, es necesario comentar que Leonardo trabajó al menos 20 años en la elaboración de esta pintura. Para su realización, hizo numerosos estudios, cientos tal vez, primero para definir la composición y luego para cada uno de los detalles. En este cuadro, sin duda, ponía en juego no solo su arte de pintor (por cierto inigualado hasta hoy), sino su profundo amor por la Virgen y Jesús. Nada fue obra de la casualidad o de un "momento de inspiración", sino resultado de una profunda meditación, no solo de los aspectos artísticos, sino del mensaje espiritual que quería transmitir. El arte, en este caso como pocas veces, buscaba su perfección para transmitir una idea aún más perfecta, una idea teológica y espiritual sobre la relación entre  Santa Ana, la Virgen y el niño Jesús.

A continuación, una reproducción de esta magnifica pintura, que fácilmente puede obtenerse en Internet.


Interesa, para los propósitos de esta breve meditación, observar con sumo cuidado los rostros de Jesús, de la Virgen y de Santa Ana. La mirada que cruzan la Virgen y el Cristo Niño es de una enorme belleza y significado. Jesus toma al cordero, y este gesto es símbolo de la aceptación de su misión redentora, y de todo el sufrimiento que ello va a ocasionar, para Él y para su amada Madre. La Virgen entiende también lo que este momento significa, y sostiene a Jesus levemente con sus manos, le apoya y fortalece con su amor maternal, que tanto bien hará a Jesús cuando, desde la soledad de la cruz, vea a su lado a su Santísima Madre. Sin embargo, en la representación de Leonardo, la Virgen no detiene a Jesús, no se  aferra a Él, aceptando de este modo también lo que ha de venir, y mirando con profundo amor a su Hijo. Jesús, por su parte, aún con el símbolo de su sacrificio en sus manos y sosteniéndolo además con un pié, dirige a su Madre una mirada amorosa, como confortándola. Una mirada de mutuo amor y comprensión entre el Salvador y su Madre que expresa la eterna unión que ambos viven desde el momento de la Anunciación.

La Virgen y Jesús unidos, de la manera tan sutilmente expresada en esa mirada, en la misma misión: la salvación del género humano. Esta misión, y esta unión entre las dos almas mas santas que han existido y que pueden existir, una humana y otra humana y divina, se prolongará en el cielo y en el tiempo, hasta que se consume la obra redentora y todos los que han de ser salvados, hijos espirituales de María, alcancen la bienaventuranza. 

Esa mirada amorosa de la Virgen a Jesús, la dirige ahora también a sus hijos espirituales, a lo largo de la historia ¿No viene a la memoria la mirada de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego registrada en la tilma milagrosa? ¿Y no resuenan en la memoria las palabras de la Virgen "¿No estoy aquí yo que soy tu Madre"? Acaso es lo que quiere expresar, conforme la intención de Leonardo, la Virgen a Jesús en esta obra maestra de la pintura.

En la oración del Salve Regina pedimos a la Virgen que dirija a nosotros su mirada misericordiosa, y es que sabemos que si ella nos mira, Jesús nos verá también a través de los ojos amados de su Madre, en esa mutua comprensión y conocimiento que esta obra de arte refleja.

Santa Ana, por su parte, representada por Leonardo con un bello rostro de edad indefinida, mira amorosamente la escena, transmitiendo a la Virgen, a quien sostiene en sus piernas, la serenidad de la sabiduría que brinda la edad. Santa Anna, que mira a Jesús de manera por demás cariñosa, parece observarlo a través de la Virgen ¿Es acaso otro mensaje espiritual de este cuadro, cuidadosamente elaborado de Leonardo? Tal vez nos quiere confirmar el mensaje de un camino espiritual que muchos santos y papas han propuesto: el camino mas seguro a Jesús es su Santísima  Madre.

He aquí, de esta manera, representada en una magistral obra de arte, una verdad teológica: en el camino de la salvación de los hombres, Jesús y María están siempre juntos, en una comunión de amor que es para nosotros incomprensible, aunque por revelación la conozcamos.

Leonardo da Vinci, sin duda logra su propósito: hacernos meditar sobre profundas verdades espirituales a través de su magnífico arte.


En todo amar y servir
Juan Ignacio Aquinas



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