15 feb 2012

Paradojas

Detalle de la Sagrada Familia de Nazaret.
Miguel Ángel


¿Te has fijado en las paradojas del mundo moderno?

Cada vez más comunicados pero solos. Cientos de amigos en el feis, pero sin tener con quién salir a tomarse un café. Muchas conversaciones pero poca o nula intimidad. Numerosas relaciones, nada de verdaderos encuentros.

Cuantiosa información, escasa formación. Inmensa necesidad de amor que tratamos de satisfacer con “cualquier cosa”. Embriaguez disfrazada de alegría.

Por otro lado tenemos los medios de comunicación llenos de respuestas sobre cómo ser feliz, en dónde buscar el amor, de cómo realizarnos realmente en la vida. Respuestas huecas al grito desesperado de búsqueda de identidad, de filiación y de amor.

Yo no sé de otros, pero lo que si sé es que el cristiano, como ningún otro debería ser el más feliz y pleno de todos los seres humanos por el hecho de ser hijos muy amados del Padre, y que conste que no estoy hablando de cualquier padre sino de
Dios - Padre.

Amados hasta el extremo, no sólo de palabra sino con hechos, en donde el Padre envía al unigénito para rescatar a los amigos y en donde Jesús da la vida por nosotros. Un amor que nunca se cansa de dar y dar en el que además nos da, no prestada sino obsequiada, a su amadísima madre, nos envía su Espíritu y para el colmo de la locura se entrega el mismo en cada eucaristía haciéndonos hijos y hermanos; familia consanguínea.

Cuidados por un Padre providente, rescatados por Jesús a través de su sacrificio, acompañados por el Espíritu que consuela, que conforta, abrazados por la más pura y providente de las madres ¿qué más puede pedirse?

Amor grande, puro, particular, de ese que tanto necesitamos y que poco comprendemos, de ese que no se gana con méritos personales ni se conserva por cualidades que uno tenga, sino que lo tenemos porque el otro quiere amarnos y ese otro es ni más ni menos que DIOS mismo.

¿Por qué decimos que estamos solos, que nos sentimos abandonados, que nadie nos comprende, nos procura, nos ama? ¿Porqué buscar en dónde no está, el anhelo del alma que tan cerca tenemos?

Posiblemente es ignorancia, quizás falta de confianza, o a la mejor incapacidad.


¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?
Marcos 8,18

Posiblemente es que no hemos permitido que la verdad y la belleza de la fe echen raíces en el corazón y florezcan en frutos de luz, de conversión y renovación, de gozo y de paz.

La confianza en el amor de Dios por cada uno de nosotros en particular es la causa y la fuente de la verdadera alegría de los que no sólo sabemos sino que nos sentimos realmente hijos amados y predilectos de Dios.

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