18 may 2012

Conversión

En el proceso de conversión, que por cierto dura toda la vida, se empieza por reconocer el mal y alejarse de el. Pareciera ser una tarea fácil, sin embargo en un mundo en donde cada vez más estamos expuestos a un sin fin de prácticas y costumbres ajenas a Dios la confusión es abrumadora y por ser tan habitual, se ve como normal.

En el caos se  mezclan herejías con verdades o más bien, con medias verdades,  presentándolas como deseables y hasta necesarias. Esto no es novedad, el mal para poder infiltrarse casi siempre se presenta con la apariencia falsa de bondad, de hecho existen infinidad de cosas malignas con aspecto de religiosidad; el problema es que muchos viven sin saber QUIÉN es la VERDAD y por lo tanto toleran, cuando no aceptan abiertamente “adoctrinamientos” que los inducen a admitir lo inaceptable. Primero de a poquitos, luego de a más.

Cuando nada se hace al respecto el círculo maligno se repite y se refuerza, adoctrinamiento – aceptación,- adoctrinamiento – aceptación,  separando cada vez más de nuestras vidas a Dios y por consecuencia alejándonos de nosotros mismos hasta el extremo del no reconocimiento personal, de la destrucción total.

Para estos casos la conciencia no ayuda mucho, no es de fiar, como no se ha alimentado se ha vuelto laxa, el alma está anémica y el corazón endurecido, tanto así, que la persona difícilmente se quiere acercar a Dios, su única salvación. De los amigos, ni hablar, están igual o peor que uno mismo.

Así las cosas, minuto a minuto, se pierden infinidad de almas.

Como esta realidad de las almas no es evidente resulta cómodo suponer que no es cierto, que no pasa nada, que ni el demonio ni el infierno existen, que no hay más allá, con lo que se  refuerza el círculo maligno y con ello las cadenas que atan al mal, se va cayendo cada vez más bajo y profundo, en espiral.

Eso es precisamente lo que el demonio quiere, engañar y perder almas. Y las almas, se están dejando engañar.

¿Cómo revertir el daño? ¿Cómo de-codificar?

Aunque a veces lo parezca no todo esta perdido, con Dios nunca se esta en obscuridad. Dios mismo nos dice:

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida  Juan 14, 6

Recurrir a Dios es la opción, Dios es la solución. Y que se note que no se escribió la mejor opción, la mejor solución, es la única, no te dejes engañar. Nadie más te puede salvar.

Si de verdad estás dispuesto (a) Dios mismo te guiará, pondrá los medios, las personas, las formas, no te abandonará. Te aseguro que no será fácil pero que vale la pena tratar.

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